22 de enero de 2009

Bush afuera; Obama adentro

Cómo se preparó la Casa Blanca para recibir a Obama

WASHINGTON (ANSA).- Cambiar la cara de la Casa Blanca en unas pocas horas no era una tarea sencilla. Luego de ocho años, los integrantes de la familia Bush le dejaban la residencia a los Obama. Y la mudanza tenía que ser perfecta.
Como por arte de magia, la Casa Blanca ya estaba lista para que se instalen sus nuevos moradores. Las últimas huellas de los Bush desaparecieron por completo, mientras ellos viajaban rumbo a Texas.
Y así todo quedó listo: las camas recién hechas, las fotografías predilectas del líder afroamericano y de la nueva primera dama sobre las paredes, los retratos de las niñas esparcidos por todas partes, sus juguetes, sus mascotas, los recuerdos de dos años de campaña electoral y los libros.
Los objetos personales de los Obama que llegaron desde Chicago fueron ordenados, la ropa de la nueva "primera familia" se ubicó en los vestidores y los papeles se agruparon.
En la Casa Blanca llaman a esta ceremonia "la mudanza del milagro".
Cada cuatro años (ocho si el presidente en el cargo es reelecto), las 93 "hadas" (empleadas) de la Casa Blanca, así se las califica, realizan una transformación magistral en unas pocas horas.
Desde las 10.30 de la mañana, cuando la familia saliente deja la residencia, decenas de manos expertas se ponen a trabajar para crear un sentido de hogar, intimidad y calor para los recién llegados.
"Es un gran caos bien orquestado, en el que cada uno tiene una tarea precisa. Todos los efectos personales del nuevo presidente y de su familia son colocados en su lugar a tiempo", explica Ann Stock, ex colaboradora de los Clinton.
Cuando termina la asunción, los nuevos ocupantes ingresan oficialmente en la Casa Blanca con el tiempo contado para ponerse la ropa de noche y volver a salir hacia las demás ceremonias inaugurales.
Y no hay espacio ni siquiera para un mínimo error: con espanto son recordados aún los 15 minutos de pánico de la primera inauguración de Bill Clinton, a principios de 1993, cuando el traje de noche de Hillary, su mujer, desapareció por un cuarto de hora.
Después se supo que la suegra del Presidente, Dorothy Rodham, se lo había llevado sin hacerlo saber a nadie.
Esta vez, todo fue perfecto, o casi: fiel a su fama de mujer eficiente y precisa, Laura Bush organizó la mudanza algunas semanas antes. Y los Obama llevaron poco: sólo ropa, efectos personales como fotos y juguetes para las niñas.

fuente: la nacion

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